Muchos enfados y conflictos de pareja se mantienen porque los problemas se hablan desde: “me has hecho algo injusto, yo tengo razón y tú no”. Nos identificamos completamente con nuestro punto de vista y nos auto justificamos, reafirmando nuestra posición. El juicio siempre está implícito en este tipo de afirmaciones. Esto solo lleva a más alejamiento.
Una paciente me hablaba de su enfado con su pareja. Ella calificaba la actuación de su novio como “inmadura”. Yo le pregunté: ¿Hay alguna posibilidad de que tú actuaras de la misma manera que él en las mismas circunstancias? Al explorar esto un poco y responder afirmativamente, se dio cuenta de que lo estaba juzgando, al juzgarlo se ponía en una posición de superioridad y al ponerse en una posición de superioridad se alejaba de él y perpetuaba el círculo vicioso de las peleas. Vio que muchas de las cosas que le molestaban de él, ella también las hacía y no le gustaba. A partir de entender esto su actitud empezó a cambiar.
Podemos concluir que al reconocer que nosotros también podemos hacer lo que tanto nos ofende de nuestra pareja, abriremos la puerta a dejar de juzgarla, nos pondremos a su nivel y nos acercaremos a ella. Lo más difícil es reconocerlo, aunque reconocerlo no significa que no sigamos heridos o enfadados. Lo estaremos pero lo expresaremos desde otro sitio interior, el sitio desde el que se puede sentir: “estoy herida o enfadada pero no te juzgo (porque yo podría hacer lo mismo o algo parecido en tu situación)”. Esta comprensión cambia algo tanto dentro de nosotros como en la dinámica de pareja.
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