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La ilusión de control

Si algo tiene remedio,
¿por qué te preocupas?
Si no tiene remedio,
¿por qué te preocupas?

Esta es una cita del maestro Budista Shantideva del siglo VIII.

¿Cómo nos enfrentamos normalmente a nuestra frustración y falta de control?

Nos aferramos a los resultados y si las cosas no salen como queremos, lo pasamos mal. Asi que hacemos todo lo que esté en nuestra mano e incluso más para manipular la realidad y asi crear un falso sentido de seguridad.

Hay situaciones que a veces se pueden cambiar y arreglar. Si estoy enferma, me puedo tomar una medicina o si digo algo indebido, puedo pedir perdón. Pero hay muchas situaciones que no podemos cambiar, sobre todo las que dependen de otras personas. Por lo general no estamos satisfechos hasta que otras personas  hagan lo que creemos que «deben de hacer». En pocas palabras, no sabemos distinguir entre lo que se puede hacer y lo que no. Tendemos a pensar que podemos cambiar más de lo que realmente podemos cuando estamos animados y lo contrario cuando estamos deprimidos. Esta es una distorsión que acaba en frustración. Como dice la oración de la serenidad:

Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
Valor para cambiar aquellas que puedo
y sabiduría para reconocer la diferencia.

Esta falta de sabiduria para reconocer lo que si y lo que no podemos cambiar, nos mantiene en alerta y estrés constantes. Nos exigimos internamente resolver problemas que no están en nuestro poder. Tomemos nuestras relaciones íntimas, como necesitamos tener todo bajo control, exiguimos que nuestra pareja haga lo que nosotros necesitamos y vemos una y otra vez como esto no funciona. Incluso si conseguimos que haga lo que queremos en contra de su voluntad, el resentimiento se encargará de quetarde o temprano nos pase factura.

¿Qué pasa dentro de nosotros por ejemplo cuando reconocemos que no podemos controlar lo que hace nuestra pareja?

¿Qué nos impide tener esa serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar?

¿Se trata de nuestro pánico a ser vulnerables y a que nos hagan daño? Ser vulnerable da tanto miedo porque significa abrir nuestro corazón al dolor. Nuestra tendencia es creer que al «controlar» nos estamos protegiendo de nuestros sentimientos dolorosos … pero esa es la ilusión.