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Manejando el dolor en nosotros y en los demás

Una clienta me dijo hace poco que cada vez que quedaba con su mejor amiga que estaba deprimida, acababa agotada y frustrada intentando “ayudarla” a sentirse mejor. Después de mirarlo más de cerca, se dio cuenta de que no era un sentimiento “agradable”, se sentía responsable como si tuviera que hacer algo con el dolor de su amiga. Por debajo habia ansiedad por ayudar. Todo esto fue una sorpresa para ella ya que siempre habia pensado que su ayuda provenia de un lugar altruista.

 Normalmente nos cuesta reconocer que estamos actuando con impaciencia cuando alguien lo está pasando mal. Puede que haya una voz dentro de nosotros diciendole a esa pesona que sufre “ venga, no te sientas asi, haz algo” o “venga, haz lo que yo digo, tengo la solución para ti” Cualquier cosa antes de que el otro sienta lo que está sintiendo.

 Muchas veces no queremos saber nada de ningún tipo de dolor emocional ya sea en los demás o en nosotros mismos. Muchos de nosotros creemos inconscientemente que a través de controlar el dolor de otra persona, podemos controlar el nuestro. Bajo esta primera capa de control, encontramos nuestros sentimientos incómodos que no hemos mirado sobre otras personas y situaciones pero especialmente sobre nosotros mismos por lo que ya no podemos aguantar más dolor en otros.

 Cuando nos demos cuenta de que nos estamos relacionando con el dolor de otro ser humano con frustración, podemos darle la vuelta y preguntarnos: ¿Cómo me estoy relacionando con mi propio dolor? ¿Estoy siendo impaciente o compasiva? ¿Estoy intentando mirarlo, comprender el mensaje o simplemente taparlo con la esperanza de que no volverá a salir?